Desde pequeño ha visto cómo su padre se dejaba la piel en un negocio que ahora ha heredado (a medias). Su progenitor sigue acompañándole cada mañana tras la barra, supervisando todos los detalles y asesorándole en lo que sea preciso. El aprendizaje, asegura, es algo del día a día y nunca se sabe lo suficiente.
Desde 1985 pertenece a la familia Núñez, que ha convertido a esta esquina de Sevilla en el paraíso de la croqueta. Solo el domingo pasado con la salida del Gran Poder llegaron a servir 3.500 de ellas.
ISABEL AGUILAR
Cuando llegó quiso dar un nuevo aire a esta clásica taberna en la que la decoración cofrade y la cocina tradicional atraían a un público castizo, que se nutría principalmente de las hermandades de la zona y, sin alterar para nada la esencia del lugar, ha logrado imprimirle cierto toque actual a este emblemático establecimiento que hunde sus raíces en el siglo XIX. Fue en 1898 cuando, según acredita el historiador José María de Mena, este local del barrio de San Lorenzo comenzó su periplo como tasca, una vocación que ha mantenido a lo largo de los años con distintos nombres, como Casa Antonio, La Covadonga o Casa Ovidio.
Texto original: sevilla.abc.es
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